RUTA 28/05/2021
LOS ESPEJOS DE LOS ARROZALES
La domesticada vega del Segura más indómito; una aproximación a los orígenes del hombre entre brotes de arroz bomba.
Hace apenas dos semanas que las plantaciones de forraje y habas con que los agricultores calasparreños devuelven la vida a las tierras agostadas, para prepararlas para una nueva siembra, han sido sustituidas de nuevo por el arroz bomba, que ahora da comienzo a un nuevo ciclo. Con las cajas llenas del agua limpia que el Segura lleva en su curso alto, las máquinas han ayudado al hombre a batir la tierra y permitir la siembra a voleo de la simiente. Unas semillas que, una temporada más, permitirán que el nombre de Calasparra llegue a todos los rincones del globo como primer arroz con Denominación de Origen y que el Ayuntamiento quiere dar a conocer entre los habitantes de toda la Región, pero también entre los turistas de fuera que se acerquen hasta aquí. No en vano, como en otros paisajes culturales, el“patchwork” que hoy se observa desde lo alto en las riberas segureñas es fruto de la historia y la tradición que han ido labrando los calasparreños.
La ruta propuesta por la Oficina de Turismo estará acompañada por la banda sonora del musical movimiento del agua, la que circula a toda velocidad por la acequia del Esparragal, impecablemente recta en algunos tramos y serpenteante en otros, y que, siempre en movimiento, va derramándose de caja de arrozal en caja de arrozal. Una peculiaridad que, frente a otras zonas productoras, le otorga a este cereal, un alimento básico en la mayor parte del mundo, una calidad excepcional: agua limpia y en constante movimiento, que regresa, para no desperdiciar ni una gota, de nuevo al curso del río tras ser aprovechada por estos cultivos.
En los primeros compases de estos campos, las cajas son balsas de espejuelos que reflejan las bellas luces del atardecer y el amanecer. Junto a la Casa de las Hoyicas, un antiguo cortijo con horno moruno, el canto de los pájaros sirve de toque de salida para el inicio del recorrido. En silencio, por los caminos de tierra que son lindes de las parcelas, el croar de las ranas permite disfrutar de un concierto natural que llega a resultar ensordecedor.
Hasta que, antes de que medie junio, los brotes de los primeros tallos de este cereal tiñan de verde las ‘piscinas’ y los agricultores dejen secar las cajas para abonar la tierra y volverlas a llenar, el agua limpia permite asomarse a esas balsas temporales en las que habitan numerosos cangrejos, que, por desgracia, ya no son los autóctonos de río, sino los rojos americanos que han invadido la vega y se han hecho con el nicho ecológico de los locales. Unos cangrejos que, aunque invasores, sirven de alimento a las aves que sobrevuelan la zona, se posan para descansar y detectar nuevas presas y se lanzan en picado a la caza, sobre todo, de los mosquitos que abundan.
Por el paraje del Macaneo y la margen derecha del Segura, entre el río y el Camino del Esparragal, se dibuja este itinerario en el que los carrizos y juncos que delimitan los campos parecen mecerse al compás que marca la banda sonora de la naturaleza, al tiempo que el espectáculo de luces se crece en los reflejos del agua. En compañía de guías y absorbiendo las explicaciones, solo deben preocuparse de poner alerta los sentidos para disfrutar este paisaje cultural capaz de sorprender en cada una de las fases del cultivo del arroz con estampas diferentes.
Tras respirar naturaleza, oler a resina de los pinos que crecen en las inmediaciones y observar la fauna que habita este paisaje antropizado pero con inmensos valores naturales, desde Calasparra invitan al visitante a acercarse a conocer los remotos orígenes del hombre con una visita a los abrigos del Pozo. El yacimiento, con numerosas pinturas rupestres de diferentes fases de ocupación, así como materiales de sus distintos habitantes primitivos, permite recorrer 8.000 años de evolución humana, descubrir lo que la historia geológica desvela sobre este paisaje y comprender cómo este rincón privilegiado de la Región de Murcia se convirtió, desde la prehistoria, en un punto de encuentro social. Una aproximación al pasado milenario que, apta para personas con movilidad, garantiza una entrada en primera fila a los secretos que va desvelando la arqueología.